01-05-2007

Vida y Obra de Dante Alighieri

Dante Alighieri nació en Florencia el año 1265 y murió en Rávena en 1321. En aquellos tiempos la ciudad de Florencia no gozaba de la riqueza que hoy la engalana, era más bien una sociedad que desde nuestro punto de vista, carecía de una gran riqueza, en una Italia desunida, compuesta por pequeños principados consumidos por luchas intestinas, y carente de la unidad lingüística que hoy la caracteriza. Europa a su vez, pasaba por un mal momentos, pues había sido azotada por una serie de sequías y pestes. En suma, nace en un contexto temporal difícil, teñido de violencia, incertidumbre política y; de una inesperada grandeza espiritual que ve nacer un movimiento poético que da el pie para el desarrollo de una obra imperecedera y es el centro de nuestro estudio: La Divina Comedia.

En Florencia crecía una corriente poética de gran refinamiento, conocida como Il Dolce Estilo Novo, cuyo nacimiento se puede rastrear desde la Boulogne y promueve dos nuevas ideas del todo nuevas para enriquecer la lírica europea y universal: en primer lugar la idea de la Nobleza Original, distinta a la común entendida en esos tiempos -incluso por Federico II- basada en la sangre y la riqueza, sino más bien en la capacidad de amar, en la gentileza; y en segundo lugar, la idea de la Donna Angelicata, es decir, una bella doncella de aspecto angelical que baja a al tierra y tiene por misión salvar al poeta, extraviado su camino de salvación eterna y debe ser salvado por una entidad áurea, que le atrapa, para luego morir y cumplir con este acto, su destino divino inspirando la sensibilidad poética del autor[1].

El amor perdido que sentía Dante desde los 9 años por su dama angelical conocida como Beatriz, y su exilio político de Florencia, explican toda la vida y obra literaria del autor.

Beatriz fue el nombre dado por Dante a una mujer florentina casada y conocida por sus hijos como Bice, no obstante y a pesar de la fogosidad del enamoramiento, lo más probable es que jamás hayan intercambiado palabra alguna, puesto que Dante estaba casado y tenía 4 o 5 hijos, a los cuales no vio más desde que fue exiliado de su ciudad natal.

Dante fue condenado dos veces, debido a un cambio en el gobierno y en el partido político dirigente el cual una vez tomado el poder, tomó sendas represalias con los colaboradores del gobierno anterior dentro de quienes se contaba nuestro poeta. La primera condena sentenció al poeta a un exilio de dos años y al pago de una multa, y por ser éste un dictamen judicial teñido por el giro de la política de la ciudad, el acusado no compareció ante el tribunal, por lo cual fue condenado a la muerte[2] y con ello al exilio permanente de Dante de su patria. Como es de esperar, una vez escrita la Comedia y esparcida su fama, Florencia le ofreció una amnistía que el ahora eximio poeta no gustó en aceptar.

En el exilio, escribió una serie de libros que incuban el inquieto intelecto y la solemne sensibilidad que le llevarán a concebir la Comedia. El Banquete, por ejemplo es considerado como el primer libro de filosofía escrito en Europa, incluso anterior en 200 años que el famoso L´Discuse de la Metote de Descartes, aquí Dante hace un encomio a la lengua italiana a pesar de que la lengua culta oficial del medioevo europea era el latín, pues aboga por la sustitución de aquella lengua por el italiano, considerado como un nuevo sol, dispuesto a iluminar el pensamiento.

En su texto La Elocuencia Vulgar, Dante da inicio a su discurso con una pregunta inédita en aquella época y que ilumina el derrotero de su pensamiento y sus capacidades intelectivas: ¿Por qué habla el ser humano?, puesto que ni animales, ni ángeles lo hacen y sin embargo, se comunican de igual modo. Su respuesta es fascinante, pues en primer lugar su fuente es la Biblia y su respuesta es directa, el hombre habla por gracia divina, o “habla por hablar”, ya que Adán, el primer hombre, ya le hablaba a Dios previo al nacimiento de Eva, para comunicarle algo que de hecho Dios ya conocía pues su omnisapiensia es infinita e infalible. Este tipo de pensamiento no ve la luz en Europa de un modo generalizado sino hasta el siglo XVIII en boca de los románticos alemanes.

En este estudio, Dante investiga sobre los dialectos italianos, comparándolos con el Francés, el Provenzal e incluso el Español, descubriendo que todos están emparentados sin ver, curiosamente, que su ascendente común era el Latín, puesto que según la concepción de la época, este último idioma era invariable debido a su estructura gramatical. También crea una interpretación histórica sobre el episodio de la confusión de lenguas suscitada luego de la construcción de la Torre de Babel, aludiendo a que la monumentalidad de la construcción requerí de una especialización del trabajo enorme, lo que derivó en una división tan radical y prolongada en el tiempo, que cada uno de los grupos de trabajo ocupados cada uno sólo en lo suyo, derivó en a emergencia de dialectos distintos. Con esta interpretación, Dante hace explícita su tesis que la historicidad de los idiomas, cuyo origen no se debe a nada más sino a la cultura.

En De Monarchia, desarrolla la discusión sobre el Imperio e introduce su propia idea de imperio europeo. Está escrita en latín, ya que está escrita para ser discutida en los salones intelectuales que usaban esta lengua como el vehículo de discusiones filosóficas. Está basada en las ideas de Aristóteles, por cuanto, olvida la diferencia de 18 siglos que separan la realidad del filósofo con la suya propia, olvidando las concepciones de libertad y pasión humana que ya emergían en el pensamiento de la Europa de aquellos siglos. Defiende la separación entre la Iglesia y el Estado, basándose exclusivamente en la división de las funciones temporales y espirituales, límite casi indefinible en esa época, puesto que según la concepción medieval, cada cosa era un relejo de lo eterno en lo más profundo de su composición ontológica[3].

Lectura Crítica de los Cantos I y II de la Divina Comedia

Cuando Dante declama que camina por una selva oscura en la mitad del camino de su vida y se le aparecen 3 bestias, una pantera, una loba y un león, se constata en primer lugar que aquel día corresponde al 8 de Abril del año 1300, pues según la Biblia, la vida de un hombre alcanzará los 70 años y Dante en dicho año cursaba por esa edad; por otro lado el papa Bonifacio VIII decretó aquel año como año santo y el viernes santo correspondió al día 10 de abril, además ese día, el sol estaba en la casa de Arias tal cual como estaba el día de la creación del mundo. También sustenta el Sr. Barceló esta tesis aludiendo a la conversación que tiene Virgilio con un demonio en el infierno, quien les recuerda que el día anterior al que ellos caminaban por el infierno, se cumplían 1266 años de que ocurriera un gran terremoto en el infierno, que según San Mateo, sucedió en cuanto Jesús fue muerto en la Cruz.

Las tres fieras, por otro lado, simbolizan la lujuria en el caso de la pantera, la soberbia para el león y la codicia en cuanto a la loba; pecados capitales todos descritos en los pasajes de El Purgatorio, siendo la codicia el mayor enemigo del Imperio Universal anteriormente descrito.

En este viaje es acompañado por Virgilio, eximio poeta romano autor de La Eneida. Los motivos que impulsan a Dante a escogerlo como su acompañante pueden desentrañarse por los siguientes motivos. En primer lugar, Virgilio es considerado en el medioevo europeo como el más grande de los poetas clásicos por lo que cualquier estudiante instruido en los textos grecorromanos lo conocía bien y le admiraba. En segundo lugar, Virgilio era el poeta que cantaba al Imperio Romano y para Dante el Imperio Romano ocupaba un lugar importante en la historia de los hombres y en su destino histórico, ya que sin él no se puede garantizar la paz, el derecho ni la justicia y tampoco habrá redención en la humanidad sin su existencia, pues gracias al Imperio Romano la crucifixión y la derrota de la muerte por la resurrección pudo llevarse a cabo. En tercer lugar Virgilio gozaba de fama de mago o alquimista y se le atribuía que mediante medios mágicos habría alejado una plaga de moscas en la ciudad de Nápoles. Y en cuarto lugar, según Dante, Virgilio ya conocía el infierno ya que en un relato de Lucano se cuenta que Virgilio desciende a los infiernos en busca de un soldado que de acuerdo al designio de una bruja, ya conocía el resultado de la batalla entre Cesar y Pompeyo.

Virgilio cumple la función de un enviado de la divinidad para procurar la salvación del poeta, pues la descripción de este periplo por geografías divinas, no es más que el relato de la salvación personal del poeta, encargada por Beatriz desde las alturas. Cual Donna Angelicata o instrumento de la gracia divina.


[1] Según el profesor Joaquín Barceló, esto no constituye una ficción literaria, pues tiene una correspondencia con la realidad aquel trágico destino de las Damas Angelicales. Efectivamente las Damas fallecían pues las condiciones materiales de subsistencia en la Edad Media eran precarias, sin embargo, el poeta veía en lo perecedero, una imagen de lo eterno, que habita en toda las cosas, en tanto simbolismo cristiano y aspecto preponderante en la cultura de la Europa de los siglos XIII y XIV.

[2] Condenado a ser quemado hasta que muera” Según los documentos de la pena. Citado por Joaquín Barceló.

[3] Cuando Dante escribe este texto, reúne en síntesis una larga tradición que defiende para el Imperio la mima legitimidad que para el Pontificado. Según Suárez: “parte del principio filosófico de que cada criatura debe tener su fin en sí misma. El fin de la sociedad es ante todo lograr la paz universal, base de la felicidad terrena, como el fin de la Iglesia es conducir al hombre a su otra felicidad espiritual eterna. Estado e Iglesia proceden igualmente de Dios. Pero la paz universal no puede conseguirse sino mediante la creación de una Monarquía universal también, como fue en tiempos de Roma.” Dante amenazaba en parte el providencialismo agustiniano con la invocación de la creación de un imperio terreno que asumiera la responsabilidad de crear u n mundo de paz, justicia y derecho en la tierra disociado del poder espiritual, afirmando el historicismo del hombre y que su existencia cobra valor por sí misma, aún reflejando la voluntad de Dios. Suárez, Luis. Las Grandes Interpretaciones de la Historia. Bilbao, ED. Moretón, 1952. Pp. 56-57.

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