05-09-2007

No Money... No Honey

Me parece del todo triste acercarme a las palabras cada vez que necesito desahogo, lamentablemente el tiempo es poco y las ocupaciones me permiten estar alejado de todo tipo de divagaciones metafísicas, salvo en los larguísimos tramos que nuestro sistema de transporte nos obliga a sufrir diariamente.

Hoy el tema es simple, nace a propósito de tanta manifestación de violencia en las calles de Santiago, nace a propósito de tanta frustración que veo en las caras de las personas que comparten el metro y las micros, surge en las piedras de los pendejos que destruyen lo que sea apenas las oportunidades se presenten, surge de la espalda encorvada de mi papá de tanto aguantar avaricia y vejamen, comienza con las millonarias deudas que mis comptatriotas adquieren cada día para llevar un nivel de vida medianamente digno y equivalente a los estándares propuestos por la modernidad, nace de la frustración de los viejos que miran su jubilación y ven un profundo sarcasmo en sus cheques en vez de ver la retribución por sus años de largo trabajo. Nace, en suma, de la pobreza que anida no en nuestros bolsillos sino en nuestro espíritu. Si señores, nadie trabaja con ánimos si a fin de mes esos ánimos se diluyen en indignación, y es indignación la musa que hoy inspira estas palabras.

Cuando el ciclo anual se cumplía y terminaba un año en las viejas culturas precolombinas, cada persona debía hacer un sacrificio de sangre a la madre tierra para que ella en su infinita misericordia le diera la fuerza necesaria al padre sol, para que reviviera el ciclo y pudiese salir nuevamente por el oriente permitiendo así la siembra y cosecha dadivosa. Hombres y mujeres perforaban sus lenguas escupiendo sangre a la madre tierra para alentarla a levantar a su cónyuge. Lamentablemente, la sangre de los humildes no bastaba, así que el jefe de estado, el mismísimo representante de los dioses en la tierra, perforaba su glande una vez al año, pues este gesto de sacrificio y humildad lo acercaba mucho más a su gente, animaba al desposeído a seguir trabajando en favor de todos y obviamente, complacía de mejor grado a los dioses.

En plena Edad Feudal, y en su símil colonial español la Hacienda, cada vez que el año culminaba con grandes problemas el Señor o Patrón se dignaba a repartir sus reservas para alentar a sus Vasallos o Inquilinos a preperar un mucho mejor año por venir, les preparaba banquetes y les entregaba distintas dádivas que no hacían sino acrecentar la fe de los desposeídos en el único capaz de asegurar su bienestar. Este sistema fue cuestionado por las revoluciones liberales y el mundo burgués, pues se fundaba en una desigualdad flagrante entre los trabajadores y los dueños de la tierra, sin embargo, las sociedades que crecieron bajo el alero de tamaña injusticia funcionaban sin necesidad de economía monetaria pues el centro de la actividad productiva descansaba en la confianza y en la fidelidad entre las partes constituyentes, de modo que tanto las alegrías como las penas se distribuían equitativamente entre quienes intentaban doblegar a la naturaleza mediante el trabajo de la tierra.

En el mundo moderno, capitalista y democrático, estas viejas estrategias paternalistas que mantenían el rebaño alienado y en orden gracias a la ignorancia y la ausencia de circulación monetaria han sido largamente despreciadas y no sin válidas razones. Sin embargo el mercado en su infinita sabiduría casi mística, ha podido llenar los intersticios que la beneficencia del poderoso ha dejado. Si bien el hombre moderno vive de la venta de su capacidad productiva al capitalista, por una porción de la produción y de las ganancias del capitalista, fenómeno conocido como sueldo y no vive ya de la caridad gratuita del poderoso, el mercado ha mostrado extrema eficiencia en hacer participar al trabajador de las utililidades de la empresa en la cual trabaja, pues eso mejora ostensiblemente la productividad y la eficiencia del proceso de producción, ya que no es más que el bienestar psicológico del trabajador lo que permite aumentar los beneficios en un mercado laboral que se basa en la alta cualificación de los funcionarios y en la sinergia de las partes que componen el sistema económico de hasta la más simple de las empresas.

Y así, el moderno Zapa Inca, Sr. Feudal o Patrón de fundo supo que si sus trabajadores estaban contentos, ya no con sangre o trigo, sino con dinero, las obras que deben llevar a cabo de lunes a viernes se harán mejor y más rápido, generando un círculo virtuoso de ganancias que beneficia a la totalidad de los implicados en el circuito de dinero. Algunos hacen participar a sus empleados de las utilidades, otros con descansos bien merecidos, otros con bonificaciones por aumento de producción, en fin, con una multiplicidad de argucias el señor de corbata y palm, ha sabido hacer un buen negocio de la beneficiencia y aumentar su erario que nace únicamente del robo de la plusvalía que sus trabajadores le imprimen a los bienes o servicios que preparan.

Lamentablemente, el burgués emparentado con el tristemente célebre Homo Chilensis, en su infinita estupidez aún no ha comprendido tal relación de mutuo beneficio y aún se esmera en crear relaciones de esclavitud encubiertas en contratos de trabajo irrisorios, con relaciones de trabajo inhumanas, horarios imposibles de sobrellevar con una familia, etc, provocando un malestar ciudadano que ya llega a su punto de ebullición. La educación es el sistema emblemático en este tipo de relaciones fraudulentas, y de hecho, es la matriz de la ignorancia y estupidez que se instala desde hace décadas en nuestros jóvenes, ya prontos a transformarse en trabajadores y adultos estúpidos cada vez más frustrados y endeudados. Y es en este particular sector de la economía chilena donde quien suscribe se desempeña.

No importa. Seguiré trabajando con el mismo aliento, a pesar de pingüinazos y estadísticas que hablen cada vez de mis colegas. Soy profesional y no me cortarán las manos, continuaré desempeñándome en un sistema educacional que no hace nada por mí sino enjuiciarme y humdirme en la más profunda de las mediocridades. No lo lograrán a pesar de los múltiples esfuerzos de los sostenedores. Pero mañana, si no hay plata, no hay trabajo.

Recuerda que tu negocio depende del doble filo de mi lengua y mañana ambos lados de la navaja hablarán mal de ti, de tus obras, y de tu legado.


1 comentario:

Anónimo dijo...

ES mas simple el diagnóstico que la solución... Cómo disolver el problema???
Una vez más vemos como las razones que esgrimen la conducta... se encuenran en los rincones de la vida diaria, y salen de vez en cuanto ahi donde la Violencia no se administra racionalmente....
Habra que seguir escuchando los Fiskales, por que el TRAGA todavia tiene mucho que decirnos

Abrazo Alle-n-diano