21-02-2008

Lago Puyehue y la Reivindicación de un Paraje Maravilloso





Salir de Futrono fue fácil, lo difícil fue olvidar el mal rato. El periplo se extendió por Paillaco y su impresionante sequedad humana, el grandioso Río Bueno y la ciudad que engalana su s orillas, San Pablo o la modestia de un pueblo sureño hasta llegar al gran Osorno, capital provincial y eterna rival de la inigualable Valdivia, después de todo, si el mismísimo fundador del Chile colonial, Don Pedro, dió su apellido a aquella ciudad, me imagino que fue por ver en ella lo mejor de nuestro territorio austral.

En Osorno nos aprovisionamos de víveres y esperanzas para tomar rumbo a Entre Lagos, ciudad pequeña alojada en la orillas del bellísimo Lago Puyehue. Fue precisamente ahí, donde la luna comenzó a brillar nuevamente.


18-02-2008

Futrono. La manifestación In Situ de la Triste Vida del Mochilero






No Coments... Llegada trágica, errores de carretera, histerias de mochilero viejo, camping caro, lago cenagoso, frío, insectos, aroz con choritos, chanchos, cagar sin confort, bañarse con agua fría, caminar con sol, dormir con frío y viajar esperanzados a mejor destino... obviamente mucho mejor sin duda

Panguipulli. Sirenas y Lobos Marinos








Así que ambos partieron a Panguipulli, cual fin de semana en el litoral central de Chile, nuestra pareja se divirtió de lo lindo. Bebieron, comieron mas de la cuenta, tomaron tecitos de tusílago para curar las afecciones garganteales del weon y bailaron al son de Sexual Democracia y Joe Fomenselos.


Acompañado se aprecia mejor

En lontananza se ubica la mirada, en futuros inexistentes se derrama la luz de la pupilas, sobre mares infinitos se asoian los sonidos de aves y marejadas, bajo las pestañas se anidan los luceros, sobre las cejas se aglutinan las nubosidades de la tempestad, dentro de sus ojos, el sol.

En lontananza se asoma uno de los últimos reductos españoles en indias, el fuerte de Corral, construido por Don Pedro de Valdivia con el objetivo de proteger estas maravillosas tierras australes de la invasión de otras potencias eurpeas que veían en América, la fuente de las riquezas que alimentarían las arcas de los nacientes Estados Monárquicos bajo la égida de la ideología mercantilista. Fue el ansia de riqueza, el gestor de tamaña arrogancia lítica sobre el hasta entonces vírgen paisaje valdiviano, sólo interrumpido por intermitentes intromisiones de canoeros autóctonos. Hacia aquél reducto se dirigen nuestros viajantes, pletóricos de expctativas y atiborrados con cerveza de la zona.

Resulta que el viajero decide compartir una de las pocas cosas que le pertenecen sólo a él: la música que sale de los audífonos y se resignifica en la cavidad ubicada entre cada oído; las múltiples aventuras que inspiran las películas mientras su conciencia espera el sueño cada noche sobre la almohada y por último; los viajes.

Escapando de sí mismo había optado por acompañarse sólo de sus ensueños, preocupado por la veracidad de sus historias acostumbraba a registrar cada paso que daba, cada pestañeo que le privaba por una milésima de segundo del paisaje que añoraba cada noche capitalina. Esta vez, nuestro improvisado y solitario viajero, no sin reparos, decidió acompañarse por quien ocupa la totalidad de sus sueños y vigilias.

Valdivia Capital de XV Región de los Ríos

No se espante, no es un huilliche autóctono bajo la influencia de alucinógenos, tampoco un extraño especímen animal sin etiquetar. Lisa y llanamente, su cara de alegría alude a la experimentación de la sorpresa que imprime en las caras de los incrédulos, la observación de un paraje nuevo. Recordemos que en occidente la frontera entre el mito y la historia o crónica de lo real habita en el margen de lo desconocido, en la manifestaión de la naturaleza inexplorada, en lo ignoto del límite de lo conocido y en el abismo que s asoma cuando damos un paso fuera de los muros de la ciudad, hábitat incuestionable de lo socielmente aceptable y científicamente mesurable.
Fíjense en la cara de felicidad del gordito que toma el jarro shopero. Ahora preste atención en la cara de amigdalitis del gordito que viste de verde, en la espera fatal de un shopero largamente esperado en uno de los templos que su profana religion santiaguinezca a levantado a falta de una fe civilizada. Ansioso de fermentos cerealeros de fábrica germana vaporizada con agua shilena, se adentra en la capilla pecaminosa a ingerir el brebaje que tanto ansía.