Salir de Futrono fue fácil, lo difícil fue olvidar el mal rato. El periplo se extendió por Paillaco y su impresionante sequedad humana, el grandioso Río Bueno y la ciudad que engalana su s orillas, San Pablo o la modestia de un pueblo sureño hasta llegar al gran Osorno, capital provincial y eterna rival de la inigualable Valdivia, después de todo, si el mismísimo fundador del Chile colonial, Don Pedro, dió su apellido a aquella ciudad, me imagino que fue por ver en ella lo mejor de nuestro territorio austral.
En Osorno nos aprovisionamos de víveres y esperanzas para tomar rumbo a Entre Lagos, ciudad pequeña alojada en la orillas del bellísimo Lago Puyehue. Fue precisamente ahí, donde la luna comenzó a brillar nuevamente.
En Osorno nos aprovisionamos de víveres y esperanzas para tomar rumbo a Entre Lagos, ciudad pequeña alojada en la orillas del bellísimo Lago Puyehue. Fue precisamente ahí, donde la luna comenzó a brillar nuevamente.