Citar el caso del Imperio Romano y la saga de Octavio sería más bien remitirnos a la trama de la Guerra de las Galaxias que al estado actual de las cosas del mundo, es de extendido conocimiento que todos los dictadores pregonan la paz a cambio de un uso indiscriminado del poder, motivo por el cual son adorados por occidente debido a su determinación y calidad de hombres excepcionales pues su aparición esporádica en la historia no es más que coyuntural, lo cual segura el status quo. El caso interesante de analizar en este momento nos remite a la misma cuna de la Democracia, Atenas, ciudad estado independiente apostada en la región del Ática al norte de la península del Peloponeso, en el corazón del mundo helénico y de cara al mar Egeo. Ha pasado a la historia como el primer lugar del mundo en el cual una organización de individuos considerados como iguales entre sí (homoioi), ha distribuido el poder equitativamente entre todas y cada una de las personas que encarnan el quiste de poder en un momento dado de la historia de los hombres. A todo Augusto, Carlomagno, Napoleón o Stalin le precede una clase Patricia, o una etnia Germana, o un grupo Burgués o bien una ideología militarizada del poder social, sin embargo cada uno de ellos administraron sólo la cara visible del poder administrado en nombre del grupo social que representaban. Los griegos en este aspecto dieron cátedra maestra como en todo lo que sus preclaros ingenios estuvieron involucrados. Cada igual tomo una partícula de poder en sus manos, se sentó en el centro de una Polis hecho a la medida de sus necesidades humanas de espalda a los embates del campo y aportó con su soberana y única voluntad a las decisiones que afectan al bien común, configurando un poder en el cual la gente (demos) podía hacer valer su criterio (kratos) de un modo en el cual la sumatoria de opiniones voluntariamente emitidas conformaría la voz soberana garante del bien común.
La democracia ateniense descansaba sobre el fundamento arquitectónico de la polis, un espacio artificial creado a usanza del viejo oriente que en vez de mirar hacia los cielos en busca del fundamento de la realidad humana, se orienta hacia si misma como eje del significado del mundo que les rodea, el griego crea un espacio de conversación en el centro de la ciudad para que las decisiones de todos sean tomados entre todos en el lugar de todos, a viva voz, en el ágora, en una asamblea general de ciudadanos llamada Ecclesia. El poder judicial se lo entregaron a un grupete de 500 ciudadanos conocidos como Boulé, traducido al español como voluntad, en el cual se discutían temas de importancia económica además de los legales. Todos los ciudadanos accedían a estos cargos de poder cívico mediante el sorteo, puesto que ya se les considera de antemano como hombres capacitados para el ejercicio público debido a los altos estándares de desarrollo cultural que tanto enorgullecen a los contemporáneos del siglo V a.C. Todos estaban invitados a la cena.
Quiénes eran todos a todo esto. Todos eran solo los hombres nacidos en Atenas, esto nos obliga a excluir de plano a la mitad de la población de aquella ciudad, las mujeres, a los esclavos también debemos de excluir a pesar de que en tiempos del apogeo del poder de Atenas en el mundo helénico sumaron a lo menos un tercio de la población de dicha ciudad y a los extranjeros del mismo modo, pues la gran afluencia de inmigrantes a la ciudad estrella del bienestar económico y refinamiento cultural podría distorsionar la voz de los naturales del ática a la hora de decidir sobre sus propios asuntos. De modo que la definición de demos remite a una pequeña elite militar, que ha pavimentado su poder político gracias a la implementación de un nuevo modelo de desarrollo económico el cual invariablemente está sustentado por una burocracia profesional orientada hacia el comercio, que administra el intercambio gracias a la posesión de las tierras y al dominio de la fuerza impuesta por el control de los recursos y el avance tecnológico. Esto fue producto de siglos de luchas sociales entre dicha minoría de iguales, otrora trabajadores oprimidos y los depositarios de la antigua potestad de los reyes guerreros micénicos, rememorados por Homero y magistralmente ejemplificados en la figura de Agamemnon rey de Micenas. Contra este poder se reveló la nueva elite gobernante durante los siglos VIII y VII a.C., se nutrieron de popularidad al derrotar a los persas en las Guerras Médicas y legitimaron su poderío civil con la imposición de un sistema de jurisprudencia sustentado en la razón escrita, codificada, pública y vehemente, que borra del imaginario colectivo la antigua idea del poder unipersonal en una nueva idea del poder horizontal, pero enquistado en instituciones cuyo acceso se resguarda sólo a los mas aptos para aquello. Evidentemente el concepto de idoneidad civil es equivalente al concepto de riqueza y estatus social propugnado por la misma clase dirigente.
La idea fue tan fructífera, que visionarios estrategos atenienses como Pericles y Cimón, quisieron expandir la democracia hacia otras polis, autárquicas por derecho histórico, ofreciendo alianzas de protección militar en caso de un eventual ataque de los persas o cualquiera otra amenaza escondida más allá de las columnas de Atlas. Para esto se formó la liga de Delos cerca del siglo IV a.C., inspirada sobre la base del monopolio de la verdad divina emanada del favorito de los hijos de Zeus, Apolo, bello hermano gemelo de la sapiente Atenea, patrona de la ciudad democrática, adalid de la libertad. Bajo este pretexto mítico-político, se pidió formalmente a las ciudades más importantes de los Balcanes, Macedonia y las islas de influencia Jónica, que cooperasen con contingente militar o tributos en especies o metálico, para administrar el mundo griego bajo los criterios de la metrópoli en el poder. Tal como el mismo Cimón decía, “Atenas y (la liga de) Delos compartimos amigos y enemigos”. Claramente el enemigo acérrimo fue una polis de Esparta, la cual representaba todo lo opuesto a los valores atenienses, a saber, la excesiva militarización y el extraño fetiche de entregarle demasiados derechos civiles a las mujeres en aras de la reproducción de vástagos fuertes y aguerridos.
Los Homoioi lucharon contra la tiranía de los Reyes Guerreros representantes de las antiguas monarquías Micénicas durante el primer tercio del último milenio de la era de acuario, se enfrentaron a la aristocracia terrateniente formada tras el letargo impuesto por la invasión de los Dorios desde los siglos VIII al VI, destruyendo su poder basado en la propiedad de la tierra logrando IMPoner un orden económico que se nutría del comercio marítimo entre los territorios que circulaban en torno del poder de Atenas, haciendo prevalecer sus propios términos de intercambio en el mar egeo, desde la disposición de los talentos como moneda de cambio, hasta el requerimiento de prestaciones militares en caso de que la Metrópoli (ciudad madre) lo necesitase. Siempre en aras de la libertad y la democracia, contra el oscuro persa del oriente bárbaro. Los homoioi legitimaron su poder con un entramado institucional nunca antes visto en el mundo antiguo, que delegaba funciones civiles a todos quienes eran considerados parte de la clase o grupo dirigente, con el fin de hacer circular las atribuciones en un circuito reducido de personas que por lo demás, garantizaba la constante oxigenación del sistema político inmunizándolo frente a abusos personales, vendettas o cuoteos que atentan contra la credibilidad de la elite. Los homoioi, hecho esto, imponen su visión del poder hacia sus regiones más próximas, invitando a otros territorios a formar parte voluntariamente de un modelo de sociedad integrador a través de la garantía de la seguridad militar y el bienestar económico, que debe saber defenderse ante las amenazas de la barbarie.
En nombre de la democracia. Luz, cámara, acción.El lector perspicaz ya habrá notado las similitudes entre el modelo de IMPerar que la cuna de la democracia mundial IMPuso en el mundo que giraba en torno a él y el modelo de IMPerar que el estado nación más poderoso del mundo conocido hasta hoy en día, IMPone en los territorios que le orbitan en nombre de la libertad y la democracia. Los homoioi del nuevo mundo llegan al poder luego de una cruenta guerra de independencia contra el IMPerio más grande que los siglos XVII y XVIII pudieron concebir, el Imperio Británico, ejemplo propicio del monopolio del poder en una sola persona legitimado por la tradición teológica y la costumbre de la herencia y la patrimonialidad del poder secular. Legitiman su nueva organización en aras de la libertad de lucrar de acuerdo a sus propios términos, el Laissez Faire y gracias a la IMPosición de un modelo de organización política totalizante creado en la antigua Grecia y reeditado por filósofos de moda en la socialitè intelectual europea en los prolegómenos de la Revolución Francesa, que marca el triunfo de la burguesía comercial e industrial sobre las taras impuestas por
el Antiguo Régimen Triestamental. Expanden su modelo cultural hacia sus periferias políticas publicitándolo como el único modo exitoso de alcanzar la tan ansiada felicidad de los pueblos al final del camino del progreso, al cual todos están invitados si se siguen al pie de la letra las indicaciones dispuestas al final del contrato de suscripción: dependencia tecnológica de las periferias, división internacional del trabajo entre exportadores de materias prima, manufactureros e innovadores tecnológicos. Los homoioi norteamericanos tocan el cielo gracias a la prosperidad que la combinación de guerra global, nacionalismo e industria pueden inocular en el imaginario popular hasta hacer de su voluntad la voluntad del globo, gracias a compromisos bélicos, diplomáticos o comerciales hacia todos lados del mundo que obligan a las polis más pequeñas a convenir sin chistar las condiciones del más fuerte. Los homoioi de Norteamérica también tienen a sus propios persas, que les permiten crear guerras médicas encubiertas con el halo de la libertad para apropiarse de los rincones más díscolos que aún niegan la autoridad del IMPerio.
Los homoioi norteamericanos atiborrados de extranjeros obnubilados por la prosperidad de la metrópolis hoy celebran un día de especial importancia para los extranjeros de todo el mundo (léase, como los otros de todo el mundo), se han volcado al ágora más importante de la civilización occidental para ver cómo se corona a un homoioi de peculiares rasgos fenotípicos, considerado un extranjero hace unas décadas atrás, pero que por obra y gracia de la libertad y la democracia hoy puede acceder como un igual, la investidura de poder más importante jamás concebida en la historia de esta triste humanidad. Sin embargo, no olvidemos, que este héroe de leyenda no es más que un homoioi tan igual como el homoioi que le precede, mucho más inteligente por cierto, pero un homoioi que al final del día preferirá acostarse contento al saber que ayudó a un amigo homoioi a ganar unos muchos millones de dólares para que vacacionara en la luna, en detrimento de los miles de esclavos y moribundos que el modelo económico de los homoioi desecha sin más en aras de la democracia, a libertad, el american way of life y la prosperidad económica. La historia de este homoioi no es otra que la historia de un héroe mitológico que supera las más adversas dificultades, para alcanzar la gloria entre los hombres y tocar como pocos lo han podido, el sitial más alto de la historia de los hombres. Orwell avizoró hace unas décadas atrás en una estupenda parodia de las sociedades que todos los animales son iguales, pero hay unos más iguales que otros. Uno de esos más iguales asume hoy el imperio de los iguales que se ha regido igual que hace 2500 años, entre iguales, contra los desiguales y apunta de espada.
Si todo esto nos entrega un sesgo de esperanzas eso está más que claro, pues vasta ver la cobertura mediática del IMPerio que conmemora un hecho coyuntural con tal magnificencia que le impone el carácter de histórico, sólo por el hecho de difundirlo a miles de millones de homoioi vía satélite adicionándole el carácter de epopeya a la investidura pues revivifica los antiguos arquetípicos míticos de los héroes que alcanzan el poder luego del unánime pero ciego clamor popular. En esta lógica, hoy Obama a la usanza de Solón, Pericles, Cimón, Augusto, Nerón y Constantino, ataviado con los mejores ropajes proporcionados por sus vicarios que le recuerdan su pertenencia a una elite particular, asumirá el control del quiste de potestad pacientemente sembrado siglos atrás por sus iguales predecesores como un homoioi fuera de lo común, símbolo de la superación y de las bondades del sistema, pero un homoioi al fin y al cabo, que jamás dará la espalda a quienes en definitiva le permitirán mantenerse con vida hasta finalizar su estancia en el poder. Lo que veremos hoy martes 20 de enero de 2009 será otra película producida en Hollywood, concentración geopolítica del poder dotada de intereses económicos similares a Delos en cuanto a su influencia en el imaginario popular y legitimación consuetudinaria del poder en ejercicio, en la cual el jovencito del culebrón superará todas las vicisitudes del destino, hasta doblarle la mano no sin sufrir inhumanos martirios, sobreponiéndose extraordinariamente a las circunstancias y alcanzando la gloria ansiada por los héroes de epopeyas añosas. Esta es la historia más conocida del mundo, la de Aquiles, Odiseo, Eneas, Sigfrido, Beowulf, Dante, Luke Skywalker, Frodo y tantos otros, ante este escenario, díganme ustedes queridos lectores, ¿Cuál es el cambio?.