11-12-2008

Manuscrito Olvidado en Un Velador de Viejo Vetusto

Todo el mundo nos dice constantemente que el tiempo pasa volando, sin embargo ninguno de nosotros presta atención a aquellas sabias palabras hasta que aterriza en un futuro lejano sin percibir los millones de segundos que se nos van a cada instante. Afortunadamente los seres humanos hemos sido dotados de una facultad única en el universo, y que aunque no lo crean, es el motivo central que hoy nos convoca, a saber, la celebración al tiempo transcurrido, al tiempo almacenado en nuestros corazones, una celebración a la memoria, una fiesta a la historia.

Ustedes han reunido en este lugar a sus seres más queridos para conmemorar la culminación de una efímera etapa vuestras vidas. Hoy ustedes constituyen un pequeño grupo de 26 jóvenes pletóricos de energía, que terminan una dificultosa etapa de sus vidas en la cual han tenido que enfrentar sus individualidades contra la vorágine del grupo y de la muchas veces absurda mayoría, han conquistado sus primeras y más significativas metas, han llorado el amor incomprendido por primera vez o quizás por última, han trasnochado para cumplir con sus deberes retrasados y han dejado de dormir también para contemplar la vida que les espera y la que ya se les ha escapado. Pues si mis queridos alumnos, el tiempo se va y para siempre, he ahí la razón del estudio de la historia, para insistir en la idea de vivir cada día como si fuese el último. Y claro que los han vivido así.

Desde hoy el mundo deja de girar en torno a ustedes y comienza a exigirles que giren en torno a sus disímiles caprichos, desde hoy sus apoderados dejan su misión de garantes de estabilidad y orden y pasan a sur nada más y nada menos que sus padres, los depositarios de sabios concejos e incondicionales apoyos que todo ser humano necesita de vez en cuando. Desde hoy muchos de sus compañeros de colegio se transformarán en sus amigos de toda la vida, aquellos personajes entrañables que habitan en lo más profundo de nuestros corazones y que saben escudriñar con solo una mirada en nuestros miedos, distinguir entre nuestras lágrimas de alegría y las de emoción. Ellos que logran con tan sólo un simple abrazo, apaciguar la más grande de las angustias.

Desde hoy dejan de ser un grupete de chiquillos chillones y comienzan a ser el futuro de un país ávido de cambios profundos, necesitado de un impulso renovador y refrescante el cual no puede emanar sino desde la matriz de los sueños de toda nación en búsqueda de un futuro esplendoroso, sus jóvenes, ustedes. Hoy, a la hora de vuestra despedida, ante la finalización de nuestra tarea como educadores, bien sabemos que lograrán sus cometidos y que estarán a la altura de los desafíos de este humilde país.

Desde hoy su profesor jefe los lucirá en su historia profesional como el primero de los cursos que alguna vez le tocará llevar hacia su licenciatura, bien saben ustedes que aquel particular personaje gusta de vivir en los oscuros archivos de su atiborrada memoria y hoy le han encendido una tímida ampolleta de su biblioteca personal de recuerdos, hoy le llenan de orgullo, de emoción y por sobre todo, lo insuflan con el tan ansiado alivio de verlos arrojados a su libre albedrío.

Desde hoy, serán protagonistas de sus propias vidas, hagan de los discursos de esta noche una potente introducción para el libro que están por escribir, hagan de los recuerdos de estos 12 años el fundamento de una vida adulta próspera y responsable, no olviden nunca de reír, pero no teman tampoco a las lágrimas, pues su dulce bálsamo apacigua los ímpetus y limpia la visión de las impurezas que la ceguera de la alegría fácil inocula lentamente en nuestros ojos, sean felices, besen a su madre y a su padre más seguido, suban un cerro, lean un libro, abracen a su hermano y hagan con delicadeza, ternura y responsabilidad lo que tengan que hacer con sus pololas o pololos, no le teman a la oscuridad y fíense de los buenos amigos. Lean otro libro, y no teman llevar un ramo de flores en plena calle, pues más debiese avergonzarse aquel que es incapaz de expresar lo que siente a quienes quiere. Lean un libro y escriban el suyo, ese que empezará mañana y que llevará en la primera hoja una dedicatoria de quien les habla hoy… diciendo, los quiero mucho y los recordaré siempre.

Su profesor jefe.